Hoy necesito dejar aquí un par de ellos.
Hace un rato, mientras abría documentos y me organizaba para pasar la mañana trabajando en mi nuevo proyecto, he visto en la pantalla del ordenador cómo se deslizaban un par de notificaciones de mi correo electrónico. Ambos asuntos eran muy similares. El primero, algo sobre una segunda parte. El segundo, una petición para un cuarto libro.
No he tenido que abrirlos para saber qué decían. Aunque lo haré, lo prometo. Leo todos los correos y mensajes que me llegan, ¡todos! Sin embargo, no siempre puedo contestarlos con la rapidez que me gustaría y acaban acumulándose en la bandeja de entrada, su número no deja de crecer y yo termino sintiéndome la persona más desagradecida del mundo por no dar respuestas a toda esa gente. Desde aquí, GRACIAS.
¿Sabéis? Es maravilloso que, tras la publicación de una novela, los lectores te pidan más y más historias sobre esos personajes que has creado. Que no quieran despedirse de ellos y necesiten «vivir» a su lado un poquito más.
Me ocurrió con Almas Oscuras. Aún hoy, después de tanto tiempo, me siguen pidiendo un nuevo libro que sumar a la saga. Un spin-off de este personaje o de aquel otro. O, simplemente, que vuelva a escribir libros de fantasía o género paranormal.
Me alegra decir que lo mismo ocurre con el resto de novelas que he ido sacando. La lista de lectores que esperan que El encanto del cuervo tenga una segunda parte no deja de crecer. También la de aquellos que creen que Roberto y Lucy de Una canción para Novalie merecen su propia historia. Que Palabras que nunca te dije debería ampliarse con algún relato corto que cuente qué tal les va a Jayden y Sara en su nueva vida. O que Cruzando los límites tendría que seguir creciendo con un cuarto libro, y hasta con un quinto (sé que Derek os robó el corazoncito).
Me pedís más series como esta…
En serio, como escritora, es genial provocar ese tipo de necesidad. Es increíble. Y me encantaría cumplir todos y cada uno de esos deseos. Esperanzas que se han ido acumulando, a las que se suman otras nuevas, y que yo misma he podido alimentar porque, de verdad, quería y pensaba que podría hacerlo.
Muchos sabéis que en unos pocos meses recuperaré los derechos de publicación de la serie Almas Oscuras, y que mi intención es reeditar estos libros y publicarlos en papel (solo están en digital). Es algo en lo que ya estaba trabajando, con lo que esperaba cumplir en un corto periodo de tiempo. Quizá por la nostalgia que siento al pensar en los personajes, en sus historias, en los mundos que he creado. Quizá porque no sé deciros no y complaceros es importante para mí.
Por ese mismo motivo, siempre respondo que me encantaría escribir todos esos libros que me pedís, que esa puerta está abierta a la espera del momento oportuno.
¿Cuándo llegará ese momento? No lo sé.
Hace nueve años que empecé a escribir y, desde entonces, lo único que he querido hacer es aprender, crecer y evolucionar. Probar cosas nuevas, diferentes entre sí. Descubrir cuáles son mis preferencias, con qué historias me siento más cómoda. En qué genero me desenvuelvo con más soltura. Trabajar con distintas personas y seguir aprendiendo de todas ellas.
Durante estos nueve años, también he cambiado. Mucho. Ha cambiado mi forma de ver la vida y el mundo. Mis prioridades no son las mismas de entonces, tampoco mis necesidades. Mis gustos, las cosas que me llenan, las que de verdad me hacen feliz son otras.
Hasta esa voz que vive dentro de mí tiene otro tono y es ella la que me susurra cada historia. Esa voz ha evolucionado con cada una de mis experiencias, con las buenas y las malas, con los logros y los fracasos. Se ha quedado muda en esas épocas en las que las inseguridades y los miedos gritaban más alto. Y ha vuelto con fuerza cuando he superado esas etapas, un poquito más valiente, un poquito más lista.
Es bueno cambiar, hacerse mayor y enfrentarse a retos que puedan sacar lo mejor de nosotros mismos. Cada fase de mi vida literaria ha venido marcada por un nuevo desafío y una distinta percepción de mí misma. Etapas muy distintas entre sí que se reflejan en mis libros. Todas igual de importantes, de significativas. Todas igual de apreciadas porque son las que han hecho que hoy esté compartiendo esta entrada.
La última novela que publiqué fue Desafiando las normas, el último libro de la serie Cruzando los límites, y desde el mismo instante que puse su punto final supe que con ella cerraba un periodo muy importante y al que le debía muchísimo.
Necesitaba hacer algo distinto, aunque aún no tenía muy claro qué era ese algo; y durante ese tiempo de incertidumbre comencé a trabajar en antiguos proyectos, reediciones y cosas por el estilo. En vuestras peticiones…
Otra de las cosas importantes que he aprendido durante todos estos años y sus etapas es la aceptación. Asumir que no puedo controlarlo todo y que solo una pequeña parte de lo que ocurre a mi alrededor depende de mí. Que si yo he cambiado, las cosas que escribo también vienen impregnadas de ese nuevo aire, y que ello puede tener consecuencias.
Más que consecuencias, quizá decepciones.
Lo que quiero decir es que soy consciente de que todos estos cambios pueden decepcionar a algunos lectores que esperan más «viejas historias». Del mismo modo que otros recién llegados con las más nuevas puedan desilusionarse al conocer el pasado que todos tenemos. Vamos, ¡que no voy a gustar a todo el mundo! Unos se irán, otros llegarán y espero que, los que más, muchos permanezcan y se queden.
También que cuento con muchos lectores que me acompañan durante todo este viaje. Unas veces más contentos que otras. Que en ocasiones me reconocen y otras no. Pero que nunca olvidan que la persona que hay tras cada libro siempre soy yo.
Haber aprendido todas estas cosas me ha llevado a enfrentar con más calma y seguridad cada nueva etapa. A no obsesionarme con todo lo que creo que se espera de mí y a escribir lo que me nace, lo que me empuja. Lo que me quema hasta que lo escupo.
Eso fue lo que ocurrió el año pasado cuando ese «algo distinto» que tanto necesitaba apareció. Una historia diferente a todas las demás. Otra voz. Otra forma de contar las cosas.
Ese algo, ahora se llama Tú y otros desastres naturales.
Una novela que se ha convertido en un punto de partida. En la primera casilla de un nuevo juego que no sé cómo ni dónde acabará, pero que quiero probar y por el que quiero apostar.
Toca avanzar. Asoma un nuevo proyecto por el que voy a tener que trabajar mucho, muchísimo, dedicándole todo mi tiempo los próximos meses y que me hace guardar en el cajón todo lo demás. Solo un poco más.
Este proyecto es precioso y me hace mucha ilusión. Surgió como surgen las cosas más emocionantes, sin esperarlo, por sorpresa y algún que otro susto.
Tú y otros desastres naturales y las historias que vendrán después son más «yo» que nunca. Cotidianas, íntimas, reflexivas, repletas de emociones y de todos esos detalles que hasta ahora os han gustado de mí.
Este proyecto es precioso y me hace mucha ilusión. Surgió como surgen las cosas más emocionantes, sin esperarlo, por sorpresa y algún que otro susto.
Tú y otros desastres naturales y las historias que vendrán después son más «yo» que nunca. Cotidianas, íntimas, reflexivas, repletas de emociones y de todos esos detalles que hasta ahora os han gustado de mí.
No sé si estas explicaciones tienen mucho sentido o si, realmente, eran necesarias. Sin embargo, como decía al principio, este blog es como una especie de tina donde vuelco mis pensamientos para dejar espacio en ese caos que suele ser mi mente.
¡Gracias por leerme!
(Esta entrada se publicó el 23 de junio de 2019)